Llega el verano y con él, el deseo de conseguir un bronceado perfecto. Conocidos son ya los estragos del sol en la piel, pero es posible hacer un consumo del sol de forma responsable.
El sol emite tres tipos de radiaciones que afectan de forma directa a la piel: infrarroja, visible y ultravioleta. Son los rayos ultravioleta (UV) los que actúan sobre las células de la piel y pueden dañar la cadena del ADN. Su incidencia aceleran los síntomas del envejecimiento, aparecen manchas, la dermis se muestra más seca y puede provocar cáncer de piel.
El Dr. Jaime Tufet, miembro de la SEME y Director de la Clínica Tufet recomienda siempre revisar las manchas y las pecas antes de la exposición para descartar cualquier posible lesión.
«Es aconsejable que la piel esté bien hidratada y que se realice un peeling revitalizante que engrose la epidermis, nutriéndola y protegiéndola de los efectos secundarios del sol», añade.
Asimismo indica que los primeros baños de sol deben ser progresivos y realizarse a horas en las que la radiación sea moderada, es decir, a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde. ¿Un imprescindible? Los protectores en crema o gel, y comprimidos de protección solar ricos en betacarotenos.
Por otra parte, la Dra. Olga Hernández de la Unidad de Nutrición de la Clínica Tufet comparte algunas pautas para un bronceado saludable a través de la alimentación. Aumentar el consumo de frutas y verduras de temporada como las fresas, cerezas, albaricoques, ciruelas, frambuesas, melocotón, es una de ellas.
«Es importante seguir una dieta rica en Omega 3 y antioxidantes (ricos en Vitamina A, E, y C). Los antioxidantes ayudarán a estabilizar los radicales libres y el Omega 3 ayudará a activar el colágeno de la piel», dice.
Otra de sus propuestas es aumentar el consumo de alimentos ricos en vitamina D y A, como son: las verduras de hoja verde, las almendras, las zanahorias, las berzas, los guisantes, las papayas, etc.
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